En este rincón exorcizo mi pasión desaforada por los esmaltes, la que comenzó cuando tenía 15 años. Ahora tengo 23 y la cuestión ha empeorado, y es que las uñas son la extensión de la necesidad de color que requiero para vivir. El mundo a veces es muy gris y monótono, pintarlo es lo menos que podemos hacer por él. Si entras aquí, deberás saber algo: nunca tendrás suficientes esmaltes ni lucirás el mejor diseño posible. La felicidad consiste en buscarlos, en hallarlos una y otra vez: cada semana, cada dos… cada vez que cambias tus manos de color. Ah, me llamo Andrea. Ahora sí, dame tu e-nail…